Para transformar la realidad en el paisaje mental que ocupa la mente, nuestro cerebro realiza muchas operaciones. Algunos son breves. supuestos que se hacen evidentes en el momento en que tratamos de comprender el conflicto que se presenta en la ilusión óptica.
Para las personas con autismo, estos atajos y procesos mentales pueden funcionar de manera un poco diferente, afectando sutilmente la forma en que el cerebro forma una imagen de la vida diaria.
Con esto en mente, los científicos recurrieron a las ilusiones ópticas. Para comprender mejor la variabilidad neuronal.
Un estudio de la actividad cerebral de 60 niños, incluidos 29 con trastorno del espectro autista (TEA), sugiere que las diferencias en la forma en que los individuos procesan figuras imaginarias pueden revelar formas en que el autismo afecta vías de procesamiento específicas en el cerebro.
La investigación hizo uso del clásico método de la ilusión promovido por el psicólogo italiano, Gaetano Canessa, que generalmente incluye líneas o formas simples, como círculos, con secciones eliminadas. Dispuestos de una manera específica, los espacios en blanco se alinean para describir la segunda forma en su espacio negativo.
Para «ver» realmente las diferentes formas, los procesos de procesamiento superiores en diferentes regiones del cerebro combinan estímulos, convirtiendo un mero patrón de oscuridad y luz en una imagen general.
Dependiendo de la información que se reclute, los estímulos pueden interpretarse de una forma u otra, pero no de ambas simultáneamente.
Todo el proceso depende en gran medida de que las neuronas compartan información rápidamente, desde las partes del cerebro que determinan la percepción hasta las partes que reciben datos visuales, los empaquetan y viceversa.
El autismo se define como un «trastorno del espectro» neurológico porque sus características son muy diversas, y cada persona muestra diferentes habilidades, fortalezas y desafíos.
En general, la investigación ha demostrado que muchas personas con trastorno del espectro autista procesan la información sensorial, como el sonido y la vista, de manera neurotípica.
Una ilusión óptica es una buena forma de explorar esta diferencia neuronal.
Un estudio de 2018, por ejemplo, encontró que algunas personas autistas tienen dificultades para alternar entre ver un objeto en movimiento y ver un color. En general, parecía que sus cerebros se enfocaban en los detalles y descuidaban el panorama general.
En el estudio actual, se observó una tendencia similar. Cuando los niños se sentaron en una silla con un EEG conectado a su cuero cabelludo, se les pidió que enfocaran un punto central sobre un fondo gris en una pantalla frente a ellos y presionaran un botón cuando el punto cambiara de rojo a verde.
La pantalla también incluía cuatro imágenes de contorno, colocadas al azar o alineadas de tal manera que el espacio negativo entre ellas describía la forma.
Pedirles que se centraran en el punto en lugar de los espacios negativos aseguró que los participantes observaran «pasivamente» la ilusión frente a ellos y no trataran activamente de «resolverla».
Según la actividad cerebral, los niños de entre 7 y 17 años que fueron diagnosticados con autismo mostraron retrasos en el procesamiento de la ilusión de Canessa.
Esto no significa necesariamente que los participantes no pudieran discernir la forma formada por las imágenes de contorno, pero sí indica que sus cerebros procesaron la ilusión de forma no automática.
«Cuando miramos un objeto o una imagen, nuestro cerebro usa procesos que toman en cuenta nuestra experiencia e información contextual para ayudar a anticipar la información sensorial, procesar la ambigüedad y completar la información faltante», dice ella. Explicar La neurocientífica Emily Knight de la Universidad de Rochester.
«Esto nos dice que es posible que estos niños no puedan hacer la misma predicción y completar la información visual faltante que sus compañeros. Ahora necesitamos entender cómo se relaciona esto con los comportamientos visomotores atípicos que vemos en algunos niños autistas. Escala».
Por ejemplo, otro Quédate Por Knight publicado el año pasado, descubrió que los niños con autismo luchan para hacer frente al lenguaje corporal si no se les presta mucha atención.
Al ver activamente el color de los puntos en movimiento en una pantalla, las ondas cerebrales de las personas autistas no interpretan la imagen como un ser humano caminando, como se pretendía.
«Si su cerebro procesa menos los movimientos del cuerpo, es posible que tenga problemas para comprender a los demás y necesite prestar más atención al lenguaje corporal para poder verlo», dice. Él dijo Knight en un comunicado de prensa emitido el año pasado.
«Saber esto podría ayudar a guiar nuevas formas de apoyar a las personas con autismo».
En el futuro, Knight espera continuar su investigación entre grupos más grandes, incluidos aquellos con una gama más amplia de habilidades verbales y cognitivas. Su objetivo final es encontrar nuevas y mejores formas de apoyar a niños y adultos en el espectro del autismo.
El estudio ha sido publicado en Revista de neurociencia.
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